La tarde caía y Jenny meditaba sentada bajo aquel árbol, dándose un descanso de las actividades que le habían mantenido ocupada toda la mañana.
«¿Por qué parece una locura dedicar un tiempo a servir a los demás? ¿Por qué parece tan absurdo creer en una causa que me pide lo mejor de mi? ¿Es que no entienden que soy mejor persona desde entonces?»
Meditaba Jenny, imaginando las criticas que recibiría por dedicar esa mañana al servicio.
«¿Acaso no entienden el valor de una palabra de aliento que en tiempo de desgracia hace tanto? ¿Acaso no entienden el valor de una mirada compasiva, de una palmada que puede dar nuevas fuerzas a quien siente la debilidad inundarle? Que parte no entienden de el ejemplo que toma mi hijo, que en su corta edad entiende que es un orgullo pertenecer a una institución que AYUDA, que sus ojos brillan tanto o mas que los míos al ver su logotipo en cualquier lugar, levantando su manita para saludar a lo lejos a los que portan el uniforme llamándolos mis amigos»
«Yo no nací, para extender mi mano y recibir todo, sin devolver nada, hastiarme con todo lo material que tiene el mundo, no nací para mirar por sobre mi hombro a los demás creyendo estúpidamente que lo que tengo, visto y como, me hace superior a los demás, si pudieran entender que prefiero comer en la mesa más humilde un plato de lentejas a duras penas sazonado, que comer en una mesa lujosa donde el platillo principal es el chisme y el escarnio aderezado con mentiras, donde desmenuzan trozo a trozo a cuanto pobre incauto cae en sus garras, mesa donde más de una vez estoy segura fui también devorada»
«Y al final, cuando Dios lo permita, seamos viejos, ¿Que satisfacción tendré de mi vida? ¿Me lamentare, por escuchar a los demás, que no hacen pero tampoco dejan hacer? Por paralizarme solo para acallar las criticas y las mentiras, me lamentare, y entonces me preguntare ¿Que será mas doloroso, ese momento interminable de arrepentimiento con la pregunta eterna de «Y si hubiera? O el costo de aguantar lo que se levantará contra mi por hacer lo que mi corazón me dictaba»
Jenny en ese instante observo la foto de su pequeño hijo en el protector de su móvil.
«¿Y que dirá el? Ese pequeño del cual ahora soy una heroína, dirá que fui una cobarde por no luchar por lo que quiero, o peor aun tomara un nuevo ejemplo de pereza, e indiferencia, aprenderá a mirar hacia otro lado ante una mirada suplicante, ¿Qué propósito entonces tendrá su vida? ¿Qué propósito habre cumplido al criarlo? ¿Es acaso suficiente solo alimentarlo, vestirlo y enviarlo a una buena escuela? ¿Qué cuentas daré Al que puso su vida en mis manos, para guiarlo por el buen camino, y hacer de el un hombre ejemplar?
No, prestaré mas mi atención a criticas, esto es lo que ofrezco: un ejemplo de vida para mi hijo, lo mejor de mi para el
Que ofrezcan lo que tengan a la mano a sus hijos, yo ofreceré al mío esto que tengo, ese algo más, que es amor y servicio a los demás»
Y con esto Jenny volvió a sus actividades con una enorme sonrisa.
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