Hace un año exactamente, paso un hombre por mi casa ofreciéndome un jardín precioso para el frente de mi casa.
Por la tarde del siguiente día el jardinero anuncio su llegada y se dispuso a su labor, yo miraba por la ventana llena de curiosidad,buscando el pasto que seria colocado, y me llamo la atención un pequeño monton de hierba que descansaba en el camino, mi decepcion fue muy grande cuando vi como el jardinero hacia pequeños orificios sobre la tierra mojada y colocaba ahí unos tallos de lo que parecía ser mi pasto “soñado” había entre uno y otro un espacio de 10 cm, me convencí de que me estaba viendo la cara, termine por pagarle lo acordado, no precisamente por el pasto si no por el trabajo de desaparecer el escombro y colocar la tierra abonada, en realidad era una ganga lo que estaba cobrando por todo incluyendo el pasto, asi que lo pagado fue en relidad lo justo.
Al día siguiente por la tarde, vi con tristeza como los rayos inclementes del mediodía, habían marchitado por completo los tallos, aun así me dispuse a regarlos, al otro dia, los tallos habían tomado un color marrón y yacían completamente desmayados sobre la tierra, no le dí importancia, tome un poco de agua y comenze a regarlas, mi esposo molesto refunfuñaba diciendo que nos habían timado, y que dejara de perder mi tiempo. Los siguientes días no fueron mejores, el sol era implacable, con los demacrados tallos, los cuales había pasado de tener un color marron, a un color amarillento, eran totalmente quebradizos, tanto que el viento empezaba a llevarse uno que otro, el sol resecaba tanto la tierra que esta se partía cual polvorón. Con todo, como cada tarde desde hacía ya varias semanas, tome el agua y comenze a regar la tierra, mis vecinos, la gente que pasaba, mi propio esposo me miraban desconcertados y algunos con burla, se adivinaba en su mirada la interrogante del por que regaba con esmero cada tarde unas pequeñas briznas escuálidas, que las mismas gotas de agua terminaba de arrancar de la tierra.
Una mañana muy temprano cuando apenas si salía el sol, me asome por la ventana a mi pequeño “jardín” observe como la tierra aun se mantenía humeda, lo que duraría solo unas cuantas horas antes de que el osado sol arremetiera con toda su fuerza. Suspire y un poco resignada me dije que por la noche no saldría mas a desperdiciar el agua, era una locura, todos tenían razón. Entonces me disponía a iniciar mi rutina del día cuando una pequeña y diminuta mancha verde que asomaba bajo uno de los tallos marchitos llamo mi atención, mire al resto de los tallos, debajo de cada uno había una pequeña plantita asomando tímidamente. Para mi fue un “Sigue, no te detengas”, emocionada por la tarde salí nuevamente con mi regadera, las miradas insistentes eran mas claras, ahora no solo eso, murmuraban entre ellos y una risa burlona se escapaba de vez en vez. No me importaba en absoluto, ellos no veian desde donde estaban lo que yo si.
Un año pasó desde entonces, y ayer me encontraba como cada tarde regando el pasto, y mi hijo con una jarra regando los maceteros a su alrededor, contándoles quien sabe que cosa. No pude evitar reflexionar en que, al tiempo que yo iniciaba esta loca carrera de ser paramédico, el pasto iniciaba también su lucha, crecio, se extendió por toda la superficie, y ahora lucía tupido, y fuerte.
Nadie tenía fe en el, nadie excepto yo, eran unas tristes briznas, marchitas y escuálidas, que resistieron el sol, las torrenciales lluvias, plagas, malezaetc. Y lucho busco la manera de crecer, de abrirse espacio entre la tierra, ante la mirada incrédula, escéptica y otras veces burlona de los que lo veian.
-¿Pero que puede crecer ahí?- decían
-¡Ya déjalo es una perdida de tiempo!-
-¿Qué acaso estas loca?-
-Esas cosas no son para ti-
-No vas a poder-
-No llegaras-
Y llegué, hace una semana fue mi graduación y a diferencia del pasto, hubo gente que si me apoyo, ayer mientras regaba el pasto, por un momento fue inevitable sentirme orgullosa.
Todo empezó con un sueño, al que se le agrego un poco de fe, otro tanto de voluntad y persistencia. Fe en Dios, Fe de los que creyeron en mi y me dieron su confianza, Fe en mi misma. Voluntad, de querer hacerlo, de levantarme cadavez, de resistir el abrasador y agotador sol de los obstaculos y circustancias de mi vida diaria. Y persistencia para no rendirme pese a todo.
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No perdamos nunca el animo, siempre adelante. Para mis hermanos de la CRM G -23
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