El sol del atardecer la abrazaba con delicadeza, esta vez no quemaba, el viento le enjugaba una que otra lagrima, el cielo con apenas unas cuantas nubes y el canto cercano de los pájaros, creaban un ambiente relajado, comenzaba a sentirse consolada, podría en cambio ese día llover imparablemente, evitando que saliera de casa, atormentando más su corazón, pero en cambio la preciosa tarde le invitaba a trabajar en su jardín, podría también llorar desconsoladamente vaciar su alma tirada en un sillón, sin embargo algo dentro de ella le decía que estaría bien, contra toda lógica y porque la naturaleza de ella es ser sensible, quizá demasiado
Era cierto su corazón estaba hecho polvo ahora, golpe tras golpe, le habían dado un tiro final, sin miramientos, sin consideraciones, como a un maleante, un delincuente y no lo era, su error era confiar, amar en demasía y a veces a ciegas.
Pero todo estaría bien, al menos para ella, del resto el tiempo se encargaría de poner todo en su lugar, el perdón aunque nunca le fuera pedido llegaría, su corazón lo soltaría, volvería aligerarse y seguiría adelante.
EL había estado al pendiente de ella, observó como asomó su cabeza por la ventana, como cerró sus ojos y quiso escapar, fue entonces cuando la invito a salir al jardín, le susurro que la tarde era maravillosa, al toque a penas de su mano sobre su hombro ella comenzó a sentirse mejor.
“Todo estará bien, tu estarás bien, te lo prometo, estaré contigo YO no te dejaré… solo descansa en mi”
-Si estaré bien- creyó como si escuchará con su corazón aquel susurro y se sonrió mientras con regadera en mano refrescaba sus flores aquí y allá
EL envolviéndola en sus alas, levantó un vientecillo que le enjugó sus lágrimas, y pidió a las aves cantar…